Algo sobre un general asesinado y un alcalde hocicón


Se llama Arturo Esparza y acababa de ser designado como jefe de seguridad del municipio de García, en Nuevo León.

Para quien no conozca García, se encuentra ubicado al norte de Monterrey, ya casi conurbado al municipio de Santa Catarina, conurbado éste,  a su vez, con la ciudad de Monterrey. No hace mucho tiempo García era una villa idílica: norteña, polvorienta, silenciosa, con viejas casonas con paredes de barro y techos con vigas de sillar. Sus grutas, a las que se llegaba después de pasar por al menos una decena de pedreras, era y es uno de sus pocos sitios turísticos. Luego la modernidad y el aumento de población la convirtieron en un municipio dormitorio más, de esos de casitas blancas, de aceras calientes y escasos árboles.

El municipio y su alcalde, acababan de ser noticia regional cuando este último puso como jefe de la policía a un militar retirado. Quién iba a saber que esta decisión iba a molestar al narco. Ellos tan susceptibles. En veinte camionetas blancas, dice El Universal, entraron los sicarios. El polvo se pegaba a las defensas de las trocas. Ellos adentro, con las armas largas. Primero llegaron con el alcalde y le avisaron. No hagas ruido. Chitón. No tardaron, al irse, con dar con el general.  Le rociaron más de cien balas. Así entraron. El cuerpo del general quedó en la cajuela de su camioneta blanca, tampoco una gran camioneta, tan sólo como tantas que hay en el norte, que demuestran personalidad. A veces, poder. Lo imagino huyendo de las balas. Sin duda el ejército estará enojado, ¿qué podrá hacer?

Por otro lado, el alcalde de San Pedro, Mauricio Fernández, tal parece que ha caído en la locura. Ha dicho que le declarará una guerra frontal al narco. Que nada lo detendrá. Que incluso irá por encima de sus atribuciones como alcalde. ¿Creará un grupo paramilitar? ¿Qué no ven que nos estamos volviendo la pesadilla colombiana, esa que costó tantas vidas y de la que apenas se recupera la sociedad colombiana? ¿Qué tanto tiene que perder Mauricio Fernández, considerado uno de los hombres más ricos del estado, sino es que del país? Nada. Sólo perderá lengua. Sólo buscará una vez más, ser candidato a gobernador y gobernador, esa silla que se le ha escurrido de las manos como una raya de coca que se la lleva el aire. Días más raros le esperan a Nuevo León, sin duda. Un general asesinado en un cruce de caminos  y un alcalde de lengua flaca ante los micrófonos son tan sólo las señales de lo que viene. Que Monterrey, en lugar de dar un salto al futuro lo hará al pasado. Nos colombianizamos. Sí señor. Ya tenemos la cumbia, la colombia. Ya tenemos al cártel de Santa. Espero que también tengamos los cronistas de estos nuevos tiempos. Espero. Para que tengamos memoria. Para que no olvidemos. Para que alguien nos recuerde con las palabras los hechos que no queremos ver: que nos vamos a pique, sí señor. Y Ajúa.

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